quarta-feira, 6 de outubro de 2021

 

La provocativa propuesta de Victor Quiroz en una lectura-traducción de Trilce III a partir de un “movimiento” quechua sincrético y transcultural

En los dieciocho minutos que contienen la presentación de Victor Quiroz (que se ha introducido como un magister en literatura peruana y latinoamericana por la Universidad Mayor de San Marcos) en el IV Congreso Internacional Vallejo Siempre es posible hacer un largo e interesante recurrido por las diversas capas simbólicas y transculturales (como indica el propio Victor Quiroz)  de la obra de Vallejo a partir de dos “piedras centrales” que van a impulsar la conformación de todo un terreno hecho de una rica y compleja elaboración de la poética vallejiana, que como nos apunta Quiroz se hace no perdiendo de su horizonte la lógica del sistema mundo incaico, que una y otra vez se reordenaría por un aparente des-orden: el movimiento vital del pachakuti, que también hace bailar la creación/invención poética de Vallejo.

Tras un análisis que relaciona a los versos “dobladoras penas” y “Da las seis el ciego Santiago”, que componen el poema III de Trilce a otros escenarios propuestos por Vallejo en otros poemas suyos, además de una posible descodificación de los muchos planes simbólicos-transculturales de esos dos versos, Quiroz asume que Trilce III se organiza, pero yo digo, se des-organiza a partir de un pachakuti, porque inventa/ presenta un mundo al revés. Mundo en el que los seres del caos y de la oscuridad del uku pacha, mundo de abajo, que posiblemente han llenado la niñez de Vallejo y sus muchas relaciones, dominan sobre los agentes del orden y de la luz del hanan pacha, el mundo de arriba.

En la propuesta de Quiroz, las “dobladoras penas” hacen referencia a los dichos condenados o entidades quechuas que están asociadas al caos, pero que, el proceso de colonización hizo que se produjera un acercamiento o una mezcla de los conceptos posiblemente equivalentes de europeos y amerindios, lo que resulta en una aproximación de las dobladoras penas a las figuras de las almas en pena, aparecidos, fantasmas, todos estos, condenados. Es interesante la manutención de la idea de que los muertos/condenados siempre regresan, sea como fantasmas sin cuerpo, sea como muertos vivientes con cuerpo para PERTURBAR ESTE MUNDO.

Según Quiroz, en su propuesta de ‘traducción’ de Trilce III, se hace un énfasis en la dimensión corporal de estos seres que recorren el espacio (“por donde acaban de pasar”) y que presentan una cierta capacidad vocal (“gangueando”), que podría aludir a un habla gangosa o nasal. Tal materialidad acústica y ósea se complementaría con el adjetivo “dobladoras”, que, en la lectura de Quiroz, enfatiza esta dimensión de doblez, de curvatura en la columna vertebral, a un tiempo en que también puede hacer alusión a eso, de que doblan las campanas, de que suenan a partir del choque del badajo y de la parte interior de la campana.

Una de las cuestiones más interesantes para mí, como interlocutora de la “traducción” de Quiroz tiene que ver con el énfasis que elabora acerca de la condición de esos “condenados de los Andes” sobre los que Vallejo creció escuchando y que asustaban a las gallinas: son seres que no pueden morir y viven en una condición liminal entre vida y muerte. Según Quiroz han llegado a tal lugar/situación por la infracción de la ética comunitaria o porque sean víctimas de extrema violencia. POR ELLO LA APARICIÓN DE LOS CONDENADOS ES SIGNO DE UNA DESESTRUCTURACIÓN DEL SISTEMA MUNDO QUECHUA. Para Quiroz, dichas entidades, devienen agentes del caos que perturban la estabilidad del cosmos e intentan trastocar el orden establecido.

Tales seres se relacionan a la oscuridad o a este mundo de abajo, ya que emergen al mundo de aquí cuando se replican las condiciones dominantes de la oscuridad en el espacio que habitan, el uku pacha. Quiroz enfatiza que, en otros poemas, como en “Los dados eternos” y “A mi hermano Miguel”, en su versión final e inaugural hay relaciones establecidas por este mismo tema, ya que vallejo hace referencia a la figura del condenado en “Hoy que en mis ojos hay candelas como en un condenado”, que tiene que ver con este elemento quechua y su relación con tal sistema-mundo, además de la referencia a otra figura, que él considera la divinidad sincrética quechua católica, el ciego Santiago, que aparecerá en los Heraldos Negros como “el moderno dios-sol para el labriego” en los versos: “Luce el Apóstol en su trono, luego; y es, entre inciensos, cirios y cantares, el moderno dios-sol para el labriego”, que Quiroz también relaciona a los versos últimos que componen la primera versión de “A mi hermano Miguel”: “Dios llora un sol de sangre, como un abuelo ciego…” indicando que estos importantes elementos en su “traducción”, dios, sol y ciego (Santiago) serían elementos que eran trabajados por Vallejo y estaban en su horizonte creativo. Este símil, dios como un abuelo ciego reaparecería en Trilce III bajo la figura sincrética del ciego Santiago, que es, a la vez, una divinidad católica y un moderno dios-sol, el ciego sol sin luz, con que Vallejo puede pintar el crepúsculo, cuya oscuridad es necesaria para que emerjan los condenados.

Levaduras (po)éticas (Suerda)

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